"Nos encomendamos a los hechiceros, aquellos que nos advirtieron de no proseguir con nuestra empresa, aquellos que entre súplicas y llantos nos rogaron por abandonar todo intento de penetrar en lo más recóndito de nuestros caminos, en lo más sagrado de sus vidas.
Sin derecho a ello, nos adentramos en las más profundas tinieblas de sus temores, venciendo con arrogancia nuestros miedos, sufriendo el gélido lamento del cuervo y sombríos rastros de animales, no de nuestro mundo.
Ahora sin rumbo, sólo nos queda seguir avanzando a lo desconocido, sin tiempo, sin más opciones de pedir perdón o ser perdonados, con la vaga esperanza de llegar a ninguna parte y fundar ciudades sobre los restos de sus deidades".
Curarrehue, Chile | La tierra desconocida.
Edición de 10 | Víctor Santamaría.